Llamada a marcar un nuevo hito en la historia de los videojuegos, calando muy hondo en la memoria colectiva de millones de usuarios, la consola Gaming PS5 fue lanzada al mercado en el año 2020 con dos enormes desafíos: dar continuidad al legado gestado por sus antecesoras y soportar los fuertes embates de las distintas consolas competidoras.
El primer elemento a tener en cuenta en la consola Gaming PS5 es el circuito integrado que aglutina tanto la CPU como la GPU. Se trata de un poderoso corazón gestado en los laboratorios de AMD que opera como un músculo perfectamente preparado para ofrecer el mejor desempeño. Naturalmente, los responsables de Sony se han mostrado decididos en sostener que la APU de su nueva consola encierra elementos absolutamente originales que, al menos en teoría, la desmarcan de las demás soluciones que AMD ofrece al mercado.
Ahora bien, desde un punto de vista técnico, la CPU de la PlayStation 5 incorpora 8 núcleos diseñados para trabajar a una frecuencia de reloj variable de hasta 3,5 GHz, afirmado sobre la microarquitectura Zen 2 de AMD. A su vez, el proceso fotolitográfico utilizado en su fabricación recurre a la tecnología de integración de 7 nm EUV, es decir, la fotolitografía ultravioleta extrema, cuya refrigeración queda a cargo de un enorme disipador de cobre y un poderoso ventilador de tipo turbina de 120x45 mm.
Por otra parte, sin entrar en la discusión acerca de si el procesador gráfico de esta consola implementa parcial o totalmente las características de la microarquitectura RDNA 2 de AMD, un asunto sustancial del que es posible encontrar abundante información especializada, la PlayStation 5 integra 36 unidades de cálculo que trabajan a una frecuencia de reloj variable de hasta 2,23 GHz. Se trata de un recurso que, en su punto de mayor rendimiento, puede ostentar una capacidad máxima de cálculo de 10,28 teraflops.
En lo que respecta a la memoria principal de la consola Gaming PS5, Sony decidió apostar por integrar 16 GB de tipo GDDR6 que se comunican con la APU a través de un bus de 256 bits. El ancho de banda de esta memoria ofrece unos respetables 448 GB/s; una cifra tan interesante como las arrojadas por la consola en lo que refiere a las velocidades de transferencia en el sistema de entrada y salida, esto es, 5,5 GB/s con datos sin comprimir y hasta 9 GB/s con datos comprimidos.
Finalmente, cabe señalar que la CPU y la GPU trabajan con frecuencias variables, esto quiere decir que son capaces de ajustar su velocidad en función de la demanda que genere cada juego. Se trata de un método muy interesante para disfrutar a pleno del máximo rendimiento de la consola sin desperdiciar energía.
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Al llegar a este punto, resulta fundamental aclarar que la PlayStation 5 se ofrece en dos versiones: la Standard Edition y la Digital Edition. La diferencia reside en que, la primera incorpora un reproductor de Blu-ray 4K Ultra HD que permite jugar títulos desde discos físicos y disfrutar películas en Ultra HD.
Naturalmente, además de poder intercambiar juegos, esto también supone la ventaja de poder utilizar casi todos los juegos de PS4, siempre que la nueva consola presente retrocompatibilidad para los mismos. El gran beneficio de la edición digital es que, al carecer del lector de discos, su precio es sustancialmente más económico.
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